No hace falta ni recordar lo acontecido estos días atrás. Un cuadro de Banksy subastado, y a los segundos pasando casi a mejor vida que aquella que le querían dar los adinerados. Banksy subiendo vídeo a Instagram, y de paso dando una buena lección con una frase relacionada a Picasso, pero que no salió de su boca.
Y es que Banksy mola como aquel artista que busca que su arte pueda ser visto por cualquiera, y no pase a manos de aquellos, que lo salvaguardarán a sus ojos y al de otros pocos que pasarán por sus salones, en los que cada centímetro cuesta su peso en oro. Y es por ello por lo que Banksy mola.
Y es que el arte no es de nadie sino de todos. Y si no es así concurrimos en el principio creativo de la destrucción. Cogemos una goma y borramos y volvemos a crear, y así en un perpetuo nacer y morir; tal como es nuestra existencia, he de aquí el principio máximo par que la obra de Banksy deje de existir algún día, pero perdure esa lección de vida para aquellos que quieren atar, que quieren poseer.
Tal como la niña con el globo, esa obra desapareció ante la vista pasmosa de todos aquellos concurrentes de esa subasta. Sotheby´s seguramente que se vio en un aprieto, esperando a tener en mano lo que no se quiere que así sea.
Banksy mola, cierto. El arte como una lección de vida para que 1.180.000 euros desaparezcan tal como vinieron. Y será Banksy el que de nuevo nos dé otra lección de vida con algún otro cuadro que se intente subastar. Se llevarán muros, piedras y no se que más sitios donde el grafiti de Banksy ha tomado su espacio. Pero tal como es el arte, desaparecerá para volver a recrearse y nacer.