Del surrealismo llevaba tiempo sin compartir algo que tuviera gran relevancia. El año pasado tuvimos a Sarah DeRemer para sus escenas conceptuales en blanco y negro con gran resultado y que evocan sensaciones extrañas en el momento que una las mira y presta atención en sus detalles. Si buscamos a otro artista, ya en la escultura tenemos a Anders Krisár que deja estupefacto a aquel que haya tenido la suerte de ir a alguna de sus exposiciones.
Volvemos al surrealismo con la artista húngara Flora Borsi que con tan solamente 22 años demuestra un gran talento en cada una de sus obras. Sobrecoge su forma de ver el mundo que nos rodea en esas fotografías que permiten que el espectador mantenga la respiración mientras se alimenta de su perspectiva de ver las cosas y a las personas.
Un propio mundo surrealista en el que un hombre de corbata y chaqueta pasa a convertirse en un especial conejo blanco que mira con los ojos inyectados en sangre en una escena extraña y elocuente.
O lo que es esa puerta que se encuentra entre el paso del que mira y la línea del horizonte, ubicada en un espacio gris.
Una mariposa posada en el rostro de una bella mujer para dar paso a una mirada extraña que se mezcla entre el humano y un ser vivo que destaca por su metamorfosis.
Ese gato, que al igual que la mariposa, entra a formar parte de su autorretrato con la mirada felina y esos ojos azules fijos.
Una artista bien joven a la que hay que seguir para encontrar próximos trabajos y que esa mirada tan especial que tiene del mundo en el que nos encontramos todos, abra otros espacios, otros sentires y otros horizontes. Su web desde este enlace y seguramente que la volveremos a ver por estos lares para transmitir su surrealismo con sus bellas fotografías.