El verano está ya con nosotros desde hace dos semanas y el calor también ha llegado con el. Se suman esos días más largos y esos atardeceres que parece que nunca van a terminar, mientras la gente se las pasa en las terrazas y se van dirigiendo las conversaciones a esos días que se pasarán en la playa o esa montaña, que será capaz de aliviar esos días más calurosos a finales de julio y principios de agosto.
Unas fechas perfectas para el arte y la cultura y que toma mayor consideración cuando somos capaces de explorar esos fenómenos naturales en la forma de luciérnagas que se extienden por los bosques en Japón. Unos insectos que son capaces de encender esa noche oscura que cuando la luna no se encuentra en el cielo, es difícil entrever las sombras que rodean a aquel que sale en la noche a sentir otras sensaciones.
Esas luciérnagas son capaces de comunicarse las unas con las otras gracias a ese brillo que luce en la noche, y que puede convertirse en todo un instante a presenciar, cuando se tienen a los fotógrafos adecuados que con sus cámaras toman esas capturas para dejar embelesados a un gran gentío cuando las exponen.
Estas mismas criaturas suelen tener su momento para la procreación por breves periodos de tiempo y son bastantes difíciles de detectar cuando la polución lumínica esconde su propi o brillo, así que los fotógrafos en este país tienen que ser rápidos para ser capaces de mostrar toda esa bioluminiscencia. Esos pequeños insectos son extremadamente sensitivos, por lo que reaccionan a las luces y la polución cuando su vida solamente es de diez días, por lo que captarlos con su mágico brillo es sin duda una experiencia muy especial.
La mayoría de esas fotografías enseñan imágenes compuestas, combinadas de diez a cientos de ellas capturas en distintos fotogramas para crear las super escenas naturales que podéis ver. Lo que queda bien claro es que estar en esos momentos no sería tan fantástico si estuviéramos nosotros mismos.