Un artista consume 20 drogas diferentes y crea 20 obras para representar sus efectos

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A lo largo de la historia una gran cantidad de artistas ha recurrido a la droga para encontrar inspiración y representar sus obras, generalmente envueltas en tintes psicodélicos. Muchos artistas, desde músicos a escritores o cineastas, han afirmado haber estado bajo los efectos de estupefacientes durante el momento en que desarrollaban su trabajo, muchos de ellos ampliamente reconocidos a nivel mundial. Desde la marihuana, utilizada como una vía para hallar la relajación hasta ácidos y drogas potentes que los han llevado a otras realidades. Es un tema polémico, porque se trata de sustancias que por todos es conocido, menoscaban la salud física y mental de forma seria, sin embargo para muchos artistas la posibilidad de ver y percibir el mundo de una forma nueva y desconocida ha podido por encima de todos estos riesgos. Una de las más utilizadas en el mundo del arte ha sido el LSD, que desde que se desarrolló hacia el año 1943 con fines médicos ha sido empleada como fuente de inspiración por su capacidad para desconectar de la realidad a quien la consume y hacerle entrar en un viaje psíquico que suele durar alrededor de 12 horas. Por supuesto, es una droga que proporciona unos efectos incontrolables a nivel mental y quien la consume nunca sabe si va a hacer un viaje a un mundo placentero y lleno de belleza o por el contrario un mal viaje, repleto de terror y visiones desagradables.

Lo que es indudable es que las obras creadas bajo los efectos de LSD son cuanto menos extrañas y sugerentes, aunque yo personalmente soy más partidario de buscar la inspiración de otras formas más saludables, no cabe duda de que conocer el mundo de la alucinación y la psicodelia bajo la visión de un artista resulta interesante. Hoy me gustaría compartir con vosotros un ejemplo del diseñador gráfico Brian Pollet o como se hace llamar, Pixel-Pusha. Este artista quiso probar los límites de sus capacidades artísticas y a modo de experimento decidió representar los efectos de las drogas. Se planteó el reto de consumir 20 drogas distintas, una cada día durante 20 días consecutivos. Según en palabras del autor quería «crear oportunidades para educar que estén relacionadas con la psicodelia y el arte».

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