Canva es un programa de diseño gráfico que te encanta, o que odias. Si eres diseñador gráfico, lo odiarás; y si no lo eres, te encantará. Cuando se lanzó al mercado hizo mucho daño a los diseñadores que vieron cómo su trabajo era reemplazo por este programa. Pero conocer la historia de Canva te puede hacer cambiar de opinión.
Si quieres saber cómo se originó el proyecto y cómo ha llegado a cambiar el sector del diseño gráfico, échale un vistazo a esto porque te puede interesar.
Quién creó Canva
Para conocer a la persona que hay detrás de Canva nos tenemos que retrotraer hasta 2007. En esa época, una joven profesora se dio cuenta de que las herramientas de diseño eran difíciles de utilizar y sólo los profesionales podían sacarle el 100 % del funcionamiento. Sin embargo, sus alumnos, o cualquier otra persona se veía limitado en cuanto a su uso.
Por eso, pensó en diseñar un programa que no necesitara de conocimientos técnicos para poder trabajar con él y obtener buenos resultados. Una vez diseñó el proyecto, en papel, empezó a buscar ayuda de inversores para poder llevarlo a cabo y sacarlo adelante. Pero nadie aceptaba su propuesta, al contrario, la rechazaban.
Hasta que finalmente lo consiguió, de la mano de Cliff Obrecht y Cameron Adams y les demostró, primero a los inversores, que su idea era buena, pero más aún cuando se lanzó en 2013 y fue un éxito que ahora mueve miles de millones de dólares al año.
Esa joven profesora fue Melanie Perkins, nacida en Perth, Australia. Además, no era su primer negocio. Con 15 años emprendió una empresa de venta de bufandas hechas a mano. Y, con 19 años, junto con su novio, porque tuvieron que pedir un préstamo de 3500 dólares, pusieron en marcha un negocio: Fusion Books, un software en el que estudiantes y profesores podían colaborar para crear unos anuarios de manera muy sencilla, rápida y práctica. Al principio, para ahorrar en gastos, lo hacían todo desde el salón de la casa de su madre, pero cuando empezó a funcionar, llegó a ser una de las editoriales de anuarios más importantes de Australia.
Fusion Books, la base de Canva
Como te hemos dicho antes, Melanie fundó Fusion Books en 2007, el mismo año en que se le ocurrió la idea de Canva. Y es que Canva nació por Fusion Books.
La idea de Fusion Books era la de ayudar a las escuelas a realizar los anuarios desde una plataforma online pudiendo escoger plantillas y usando el sistema de arrastrar y soltar. Una vez acabado, se imprimía y se enviaba a domicilio.
Para captar clientes, usaron las llamadas en frío, y ahí empezaron con sus primeras ventas. Pero, cuando ofrecieron a las escuelas una muestra de anuario gratis, todo empezó a funcionar mejor, hasta el punto de que Melanie tuvo que abandonar la universidad para gestionar 400 escuelas con solicitudes de anuarios, no sólo en Australia, sino también en Europa.
Cuando se encargaba de los anuarios, al tiempo que daba clases de diseño gráfico, se dio cuenta de lo complicado que era el diseño. De hecho, en algunas declaraciones ella misma ha dicho que no entiende cómo los profesionales tienen que tomar cursos para saber qué botones tocar en las herramientas.
Al enfrentarse cara a cara a esa problemática, pensó en idear un programa que fuera intuitivo, accesible e incluso divertido de utilizar. Quería algo que la gente pudiera aprender en cuestión de horas y utilizarlo para obtener resultados casi profesionales.
La lucha por sacar adelante Canva
La inversión que Melanie Perkins y su novio no era suficiente para sacar adelante Canva. Así que tuvieron que luchar por encontrar a alguien que se les uniera para conseguir ese objetivo.
La primera persona en quien pensaron fue Bill Tai, capitalista de riesgo de Silicon Valley, y allí se presentaron para, en una cena, abordarle con lo que se llamó «Canvas chef», una pizza metafórica en la que usaban como ingredientes algunos elementos de diseño y, como masa, los documentos como imágenes, tarjetas de visita, folletos… Obviamente, no funcionó.
De hecho, los inversores de Silicon Valley no parecían interesados en algo así. Hasta que conocieron a Lars Rasmussen, cofundador de Google Maps. Él se convirtió en asesor y quien les recomendó a Cameron Adams, exempleado de Google, como el técnico que les faltaba en el equipo.
Eso les hizo ganar credibilidad y consiguieron el dinero que necesitaban, 3 millones de dólares. Con este crearon la plataforma Canva y vio la luz en 2013.
Pero el hecho de que lo lanzaran no significó que ya todo el mundo quería usarla. Su forma de darla a conocer fue a partir de un par de reseñas en blogs de tecnología y, aunque esperaban un aluvión de personas registrándose, lo cierto es que no pasó. De hecho, sus resultados estaban muy por debajo de lo que esperaban.
Pero poco a poco fueron mejorando, y en un mes ya habían conseguido cincuenta mil usuarios. Un año después, tenía seiscientos mil, lo que hizo que otros inversores también quisieran participar y volvieron a conseguir otros tres millones de dólares para mejorar y expandir la herramienta.
El primer destino donde se instalaron fue en China. Todo un acierto porque se convirtió en un gran éxito, al punto de crear una plataforma de Canva nueva y sólo en chino. Aunque no se quedó sólo en el continente asiático, sino que fue llegando a muchos otros países.
De hecho, ese avance y desarrollo hizo que las grandes empresas de programas de diseño empezaran a verlo como un rival que podía hacerles mucho daño. Por eso, empezaron a sacar plataformas online gratuitas de sus programas, una forma de intentar frenar Canva. Pero se olvidaron de lo que de verdad era Canva: una herramienta fácil de usar.
Los programas de la competencia estaban bien, pero aun en sus versiones gratuitas, era complicado llegar a entenderlos por completo, y sólo aquellos que tuvieran unos conocimientos básicos lograban resultados adecuados.
Ahora que conoces la historia de Canva, ¿habías pensado en todos los esfuerzos que tuvo que hacer su creadora para conseguir sacarla adelante?