Numinoso, etéreo, sagrado, sublime. Son algunas de las palabras que nos azotan cuando observamos esta serie de fotografías que nos regala la fotógrafa Katerina Plotnikova. Es un proyecto singular, que lleva la fotografía natural a un terreno nunca explorado, creando una comunión entre la especie animal y la humana. Una especie de ambiente íntimo y lleno de ternura que relativiza el término salvaje y amalgama a todos sus protagonistas bajo un manto común: El sentimiento de fraternidad, unión y cariño.
En todas las instantáneas aparece presente un personaje femenino. Mujeres que destacan por su vulnerabilidad, su delicadeza, pero que al mismo tiempo se muestran tranquilas, en paz. Lo que podría convertirse en un encuentro de mal augurio entre las criaturas salvajes y estas jóvenes doncellas, acaba convirtiéndose en un retrato dulce que nos convierte inevitablemente en testigos de una bella historia invernal, verde y trascendental.
Nos lleva a hacernos preguntas como… ¿Hasta qué punto estos animales pueden ser salvajes? ¿Hasta qué punto pueden significar una amenaza para el ser humano? Y por supuesto el eterno dilema: ¿Acaso los seres animales cuentan con sentimientos o posibilidades de sentir amor por cualquier otro ser? Al hilo de esto me gustaría recomendar ya de paso un documental que se llama Terrícolas y que a mí personalmente me hizo cambiar de una forma drástica el concepto de animal y también el de ser humano.
http://youtu.be/PCU1WUQXMbs
Obviamente, este proyecto fue llevado a cabo con profesionales especializados en el trato con animales para asegurar que nadie sufriera ningún tipo de accidente. Tampoco sufrieron ningún tipo de daño los animales por supuesto, que enseguida se acercaron al equipo con curiosidad y mucha paz. Increíble ¿no?
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Simplemente hermoso