En múltiples ocasiones se tiende a idealizar los trabajos relacionados con el diseño gráfico y web. Y aunque no cabe ninguna duda de que se trata una de las profesiones que más suelen satisfacer a nivel personal, como es de esperar, no es todo tan ideal como puede parecer desde fuera. A primera vista. La realidad de un proyecto de diseño suele ser distinta.
En este post vamos a hablar un poco de lo que hay detrás de muchos de los proyectos de diseño gráfico y/o web. Que podemos encontrar una vez empecemos a trabajar para proyectos y clientes reales.
Dicho todo lo anterior, no tratamos este artículo como una crítica de un diseñador amargado ni mucho menos. Creo que la mayoría de diseñadores, el trabajo que se recibe y realiza se coge con muchas ganas. Y esto, siempre resulta un reto explotar la creatividad incluso en los sectores que menos cabida para la creatividad ofrecen.
Un proyecto super creativo, que no lo fue tanto
El cliente no está dispuesto a un diseño innovador y demasiado creativo. Entonces, es cuando tus decisiones se ven limitadas por la opinión del cliente. Además, estas limitaciones suelen ser atribuidas por un cliente con poca idea profesional. Por lo que es más frustrante. Y pocos son los que se atreven con esta idea. Esto es debido a varios factores:
- El cliente no tiene el dinero suficiente para invertir. Una empresa pequeña deberá limitarse en muchos aspectos. Pero no solo una pequeña empresa te limitará. Una empresa grande necesita de un número voluminoso de copias. En el caso de unas tarjetas de visita, las empresas deberán ver muy bien como les valdrá gastarse ese dinero
- Es una empresa con una imagen corporativa muy definida y no quieren salirse de la línea ya creada. Como mucho, hacer un restyling, pero poco más, puesto que los altos cargos de la empresa, muchas veces por costumbre, son muy reacios al cambio de imagen.
- En la teoría puede resultarle muy llamativo pero cuando llega el momento de plasmar el diseño en un formato físico, el cliente prefiere tirar por una vertiente más conservadora, por miedo a que el usuario se sienta “perdido”.
El cliente tiene mucha prisa
Este punto es sencillo, rara vez los proyectos no son urgentes. A todos nos encantaría trabajar rodeados de una atmosfera de tranquilidad y sin prisas, donde la creatividad fluya, irnos a dar un paseo por el bosque para reflexionar sobre el proyecto y demás, pero la verdad es que los clientes suelen pedir plazos de entrega bastante ajustados. Obviamente deberíamos “defender” nuestro trabajo y llegar al menos a un acuerdo, puesto que si todo va bien, estaremos desarrollando no sólo ese, si no, más proyectos y hay que encontrar tiempo para desarrollar todos y cada uno de ellos.
Corregir, corregir y más corregir
Cuando se llega a este punto puede ser interminable. Como diseñador debes establecer una ronda máxima de correcciones con el cliente. Un máximo de dos correcciones sería lo correcto. Claro que si se trata de un proyecto de mayor envergadura no serán suficientes solo estas dos.
Es imposible hacer el diseño y programación de un website con tan solo 2 / 3 rondas de correcciones. El objetivo es dejar contento al cliente y si trabajamos por un precio justo, sin regalar nuestro trabajo, eso conllevará unas exigencias por parte del cliente, que deberemos de cumplir al menos en la medida de lo posible. Ello incluye realizar rondas de correcciones, muchas.
Normalmente, a mayor envergadura de la empresa por la que trabajamos, mayor número de rondas de correcciones, ya que suelen ser más difíciles las negociaciones.
Pero no todas las negociaciones son así, seguro que encuentras a alguno con el que tu trabajo se vea muy valorado. En este caso, seguro que trabajarás con una ilusión y amabilidad incalculable hacia el cliente.
El cliente cree ser diseñador
Un poco ligado al anterior, también es habitual encontrar con clientes que “meten mano” al diseño como si llevaran a un diseñador agazapado en su interior. Estos, te propondrán que cambies el diseño a su antojo y en el peor de los casos te obligarán a ello. Sí, puedes negarte y entrar en una discusión, pero lo más sencillo será, que una vez los hayas tratado de convencer de que su idea no es buena, tires para adelante con lo que piden.
Un diseño bonito y práctico
De nada sirve un diseño únicamente bonito si éste no tiene sentido. Ya sea un logotipo, una página web o un catálogo, el diseño deberá cumplir unos requisitos.
Esto muchas veces puede cortar las alas a nuestra parte más creativa como diseñadores gráficos, pero la verdad es que es bastante habitual trabajar para empresas que ofrecen un producto o servicio que a veces pueden frenar bastante la creatividad. Todos soñamos con trabajar en proyectos en los que podamos desarrollar nuestro lado más creativo, pero la realidad es que estos son más bien pocos.