Pang Maoukun nos trajo a un estilo de mujer que busca en la sencillez y en la humildad en la mirada algo con lo que expresarse y que define parte de su estilo. Sajedi, en cambio, nos lleva ante una mujer más extraña y casi fuera de este mundo en la que la mirada atraviesa la pared en vez de aquel al que mira.
Nos vamos a una tercera mujer desde la perspectiva más caótica y surrealista de Soey Milk. Menos pulcra y más descarada con unos retratos que encandilan, aunque se dirigen también hacia la abstracción y el fotorealismo. Una mirada distinta en distintas poses y escenas que pueden dar a todo tipo de elucubraciones.
Uno de los puntos en común de sus obras es la belleza de la mujer que podemos encontrar en cada una de sus piezas. Una belleza que contrasta contra esos patrones y colores que intentan jugar con otros sentidos y acabados. Milk aquí es capaz de buscar un balance extraño en el que intenta llevar el realismo del retrato y el surrealismo por otros lados.
Sus pinturas captan la atención y muestran un gran grado de talento para mezclar texturas en las que la modelo destaca como la gran protagonista de cada una de las obras. Las obras de Milk se centran en la forma femenina, destaca las curvas y el estilismo a lo que se puede añadir parte de erotismo, y mientras sus detalles son precisos en esa composición, se evaden directamente cuando uno se centra en todo lo que rodea a las figuras.
Con un toque nostálgico y de ternura, se encuentra también la frialdad en esa belleza casi perfecta que puede dar atisbos de algo sin sustancia y a lo que podemos pasar por encima.
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